Algunas personas desarrollan una personalidad en el contexto de un trauma relacional, como el abandono, abuso, situaciones subjetivamente dolorosas de poca gravedad pero muy sostenidas en el tiempo o asociadas a personas muy importantes para nuestro desarrollo, o la ausencia de figuras de referencia estables. A veces pueden ser dificultades emocionales experimentadas durante años.
Todo esto puede llevar a complejos esquemas que en ocasiones pueden generar mucho sufrimiento, y que en ocasiones son etiquetados como trastornos de personalidad.
En estos casos la terapia suele ser de larga duración, desbloqueando progresivamente la sintomatología y recuperando la capacidad para construir nuestro propio equilibrio psicológico.